Expertos de Aacrea y Aapresid indican que es esencial estar encima del lote y apostar al conocimiento para combinar las herramientas de control de una forma eficiente.
Se estima que en el país hay 28 malezas que son resistentes o tolerantes a herbicidas. Sobre todo a glifosato (que creció con el paquete tecnológico de la soja RR), pero también hay “yuyos” con resistencias múltiples a otros productos, como los inhibidores de ALS y los graminicidas. Es un problema de peso para la agricultura argentina, ya que se duplicaron los costos para controlar este problema, que ahora pueden oscilar entre los 50 y 80 dólares por hectárea en soja.
“Ya no se pueden controlar 5.000 hectáreas con monitoreos a vuelo de pájaro y con el celular. Ahora hay que estar en forma constante encima del lote y permanentemente actualizado para identificar correctamente las malezas problema”, explica Fernando García Frugoni, coordinador del Proyecto Nacional de Malezas de Aacrea.
“Hoy está clarísimo que el conocimiento hace la diferencia y es imperativo estar permanente actualizado, porque la evolución de la resistencias y tolerancias es dinámica”, agregó.
Es importante desarrollar esquemas muy aceitados, que mantengan a raya el problema de las malezas a partir de utilizar con inteligencia cada una de las herramientas disponibles en el sistema, rotando modos de acción de herbicidas, cultivos de cobertura y sistemas de labranza de acuerdo a lo que necesite ese lote en particular. “El que mejor combine todas estas variables es el que va lograr los mejores resultados”, asegura el experto de Aacrea.
Martín Marzetti, gerente de la Red de Malezas Resistentes de Aapresid, lo resume en cuatro pasos. El primero, un buen diagnóstico con un monitoreo profesional.
El segundo es la rotación de cultivos y herbicidas, con la mira en lograr un esquema más diversificado.
El tercer punto es lograr un planteo más intensivo –“uno y medio, o dos cultivos por año”, propuso Marzetti- para competir contras las malezas, utilizando también cultivos de cobertura. El cuarto eje es garantizar la calidad y la eficiencia de las aplicaciones, a partir de un diagnóstico certero y un monitoreo constante.
También piensa que es necesario cambiar el vínculo entre el dueño del campo y el que lo arrienda -con esquemas de más largo plazo- para que se pueda apostar a una estrategia de manejo viable y sustentable frente a los desafíos que en la actualidad generan las malezas.
Los dos especialistas coinciden en que la vuelta del maíz y el trigo a la rotación, en un escenario comercial normalizado, es una “gran noticia” (porque los años de “refugio” en la soja, porque no se podían vender sin trabas los cereales, agravaron el problema) pero que no alcanza para enfrentar el problema de las malezas duras.
Fuente: Clarín Rural.