Plagas y enfermedades: un ataque integrado es la clave.
Alltec estuvo presente en el Encuentro Nacional de Monitoreo realizado en Córdoba donde se prestó especial atención a cómo enfrentar los insectos y las enfermedades que amenazan con volverse resistentes, al igual que las malezas.
En los últimos años se ha visto cómo las malas estrategias defensivas, a la hora de responder a los ataques de las malezas, generaron una proliferación de especies y variedades tolerantes y resistentes.
Pero la amenaza no se queda en las malezas: las técnicas de manejo y control que se están utilizando para prevenir la presión de plagas y enfermedades están reiterando errores que llevaron a las malezas a situarse en el centro de los problemas.
De eso se habló en el 13° Encuentro Nacional de Monitoreo y Control de Plagas, Malezas y Enfermedades, que se realizó en la ciudad de Córdoba, organizado por Halcón Monitoreos.
Estrategias deben basarse en los monitoreos
Según lo expuesto por el Ing. Igarzábal , cualquier estrategia de control debe basarse de manera primordial en monitoreos. “Esa es la primera defensa que tienen los cultivos; a partir de eso se puede saber si no nos está atacando nadie, por lo cual no es necesario hacer aplicaciones, o bien, si nos están atacando, decidir el mejor plan de manejo posible”.
“Actualmente se habla mucho de buenas prácticas agrícolas, y hacer monitoreos para evitar aplicaciones innecesarias es una”, subrayó Igarzábal.
Una de las especialidades de Igarzábal es el cogollero del maíz, la oruga que hace un par de campañas “quebró” la resistencia de los maíces Bt.
“Si uno va al lote a ver el cogollero y el gusano ya está adentro del maíz, por más producto que le ponga y dosis que le aumente, no va a poder controlarlo. La única forma es hacer monitoreo: cuando la oruga está afuera y es pequeña, es susceptible de ser controlada; cuando está adentro, el insecticida no le va a hacer nada y el rendimiento no se va a poder proteger”, explicó.
En concreto, sugirió que las evaluaciones a campo tienen que ser, como mínimo, cada siete días, y cuando hay altas temperaturas –que pueden hacer que el insecto cumpla su ciclo en un período más corto que lo usual– dos veces cada ocho días.
Refugios
La otra arma defensiva que Igarzábal considera fundamental son los refugios. Desde su punto de vista, “es el momento de pelearle a la resistencia y es momento de tener refugios, para lograr individuos susceptibles a los efectos de los Organismos Genéticamente Modificados (OGM), que se crucen con los resistentes y diluyan su efecto; pero si no lo hicimos antes, cuando la plaga era fuerte, parece difícil que lo hagamos ahora que la presión disminuyó”.
En este punto coincidió Hernán Villegas, quien expuso como representante de la Cámara de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes (Casafe), la entidad que actúa como paraguas en Argentina del Comité mundial de Acción de Resistencia a Insecticidas (Irac, por sus siglas en inglés).
Para Villegas, “no se están haciendo refugios como quisiéramos; de a poco, hay más conciencia, pero hay que seguir fomentándolos porque el cuidado de la biotecnología es la base de todo”. A través de un trabajo conjunto de las empresas nucleadas en Casafe y de investigadores científicos, se elaboró una especie de “manual” con recomendaciones para el control de insectos: en el caso de los refugios, el consejo es que ocupen el 10% de los lotes, porque “la idea es que las mariposas no tengan que volar más de mil metros para cruzarse”.
Errores = proliferación y resistencia
Este asesor recordó que, a nivel mundial, hay más de 500 casos registrados de plagas resistentes a insecticidas químicos y que, en Argentina, hay algunos indicios de incremento en niveles de tolerancia, mientras hay confirmadas dos resistencias: la del cogollero al maíz Bt y la de otra especie también en este cereal, pero sólo en la provincia de San Luis.
De todos modos, subrayó Villegas, “es algo que está latente; en cualquier momento puede pasar”, porque se siguen reiterando los errores que llevaron a la proliferación de las malezas problema. Hay algunos principios activos cuyo uso está muy generalizado y a veces se realizan tres o cuatro aplicaciones en el mismo lote y sobre la misma plaga. Eso no es lo recomendable; hay que rotar los modos de acción”, ejemplificó.
“La mejor defensa en agricultura se denomina manejo integrado de plagas, que es apoyar las aplicaciones químicas con otras técnicas, como la rotación de cultivos, que nos ayuden a hacer más sustentable todo el sistema”.
En el plenario sobre fungicidas, expuso Marcelo Carmona, especialista en fitopatología de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (Fauba).
Para este experto, la mejor estrategia de prevención y control de las enfermedades es tener un asesor especializado trabajando en el lote.
La importancia del Asesor Técnico
“El asesor técnico es como un DT, es el que planifica, ordena, evalúa la información y finalmente plantea una jugada de pizarrón: en qué momento aplicar y con qué dosis”, señaló.
De todos modos, coincidió con Igarzábal: todo parte de un buen monitoreo. “Esta campaña hubo muchas enfermedades que, por sus síntomas, se confundieron con otras, y los tratamientos son distintos. Y la clave es siempre la rapidez: si no actuamos correctamente ante los primeros síntomas, puede haber un crecimiento muy grande de la enfermedad, que será difícil de frenar e implicará muchas pérdidas”.
Según Carmona, a nivel mundial, la problemática de la resistencia a fungicidas “ya es un factor de vida para empresas y científicos”, mientras que en Argentina son procesos que recién se empiezan a investigar.
No obstante, remarcó la necesidad de evitar los errores básicos de cualquier tratamiento, como dividir las dosis, usar siempre la misma molécula o no realizar un manejo integrado.
Fuente: Agrovoz
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Monitoreo y control de plagas en soja.
La importancia del monitoreo y el control de plagas en soja en etapas tardías es clave, ya que estas son uno de los principales factores reductores del rinde en el cultivo de soja.
El cultivo de soja puede ser afectado por distintos grupos de plagas. Los de mayor frecuencia de aparición son: orugas defoliadoras y desgranadoras, chinches, arañuelas y trips. Estas plagas pueden disminuir el rinde: (a) indirectamente, a través de la reducción del área foliar (ej. ataques de defoliadoras, trips y arañuelas) que puede llevar a caídas de la tasa crecimiento en el período crítico y/o de la disponibilidad de asimilados en el llenado y (b) directamente, en estados fenológicos más avanzados, afectando el número y/o peso de los granos (ej. ataques de chinches u orugas desgranadoras).
¿Cuánto pueden afectar el rinde las plagas? La respuesta depende de aspectos relacionados a la plaga (ej. nivel poblacional), el cultivo (ej. condición de crecimiento) y el ambiente. El manejo de plagas apunta a mantener las mismas en un nivel que no afecte el rinde dada la condición del cultivo y el ambiente.
El primer aspecto crítico para un manejo eficiente y efectivo de plagas es la correcta cuantificación del tipo, nivel y distribución de plagas presentes. Para ello es necesario realizar un muestreo representativo del lote o unidad de manejo. Ese muestreo, es clave también para determinar la condición del cultivo. Estos elementos, más la información que se pudiera disponer sobre el ambiente (ej. condiciones meteorológicas esperadas) serán la base para una decisión de control.
Pautas para un muestreo representativo
El monitoreo de las plagas más frecuentes debe comenzar una vez que el cultivo está implantado (V2 o V3) y debe continuar hasta la madurez de cosecha. Para un correcto monitoreo, es clave la frecuencia y distribución espacial del muestro:
¿Cada cuánto monitorear? El monitoreo debe realizarse con una frecuencia de, al menos, 7 días (es decir, ir al lote 1 vez cada 7 días). Esta frecuencia, bajo condiciones normales en la región Pampeana, permite controlar adecuadamente la evolución poblacional de la plaga. En casos de niveles próximos al umbral, o previsiones de que la condición ambiental pueda favorecer un alto crecimiento poblacional, se sugiere una mayor frecuencia (ej. volver al lote cada 3-4 días). Cuando se decidiera un control químico, se sugiere volver al lote 2-3 días después para verificar la efectividad de la aplicación.
¿Cuántas muestras realizar y en dónde? Para asegurar un muestro representativo, se propone establecer estaciones de muestreo fijas (en lo posible, georeferenciadas), a las que se volverá cada semana. De manera orientativa, puede sugerirse realizar una estación de muestreo cada 10-15 has de dentro de la unidad de manejo (con un mínimo de 4-5 para lotes menores a 40-50 hectáreas). Las estaciones deben estar uniformemente distribuidas en el espacio. Si se distinguen ambientes dentro del lote, el muestreo, registro y decisión podría estar orientado a los mismos (ej. 2-3 muestras en un ambiente y 2-3 en otro). En casos de plagas como trips y arañuelas, el muestreo puede estar orientado a zonas predisponentes para estas plagas de manera de detectar tempranamente su presencia.
Fuente: Cultivar Conocimiento Agropecuario
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Plagas en etapas intermedias y finales del cultivo de Soja.
Chinche de la Alfalfa (Piezodorus guildinii Westwood): Predomina en el cultivo de soja por sobre las demás especies de chinches. La chinche adulta (1cm) es de color verde claro con una línea rojiza donde se insertan las alas. Se alimentan de vainas provocando su caída o dañando la semilla. Si no consigue vainas puede provocar daños en brotes y ramitas jóvenes. Depositan sus huevos en hileras, sobre las hojas y vainas también.
Chinche verde (Nezara viridula L.): El adulto mide unos 15 mm de longitud, presenta coloración verde o verde con manchas castañas en la cabeza y en la parte anterior del protorax. La hembra coloca huevos ordenados en forma de panal, en grupos de 60-80 en el envés de las hojas, éstos son de color cremoso, evolucionando a rojizos cuando están próximos a eclosionar. Las ninfas recién nacidas tienen hábitos gregarios.
Chinche de los cuernitos o chinche marrón (Dichelops furcatus F.): El adulto mide aproximadamente unos 10 mm, de color marrón en el dorso y verde ventralmente. Se caracteriza por tener en la región anterior de su cabeza dos proyecciones dirigidas hacia delante, y al costado de su cuerpo desde la región cercana a la cabeza salen dos proyecciones laterales a modo de espinas. Es la menos perjudicial de este complejo. Depositan huevos de color blanco o amarillento, en grupos más o menos circulares ordenados en las hojas.
Oruga o isoca bolillera (Heliothis sp.): Es de coloración muy variable: gris clara, verde, rosa, parda hasta oscura, con una línea blanca en sus laterales y con puntos negros de los que sale un pelo. Realiza daño en hojas, flores y tallos. Cuando es pequeña teje un capullo, cierra el foliolo y se alimenta de él. En las vainas tiernas hace perforaciones donde están las semillas, también dañan granos de maíz, pimpollos y cápsulas de algodón.
Oruguita de la verdolaga (Loxostege bifidalis F.): Es de color verde claro a verde amarillento (2 cm). Se alimenta de hojas, de malezas hospedantes (verdolaga y yuyo colorado) y luego se dirige al cultivo. Teje una tela de seda que envuelve las hojas y se alimenta.
Picudo de la soja (Sternechus pinguis Fabricius): Es un cascarudo negro brillante con líneas amarillas, de 8 mm de largo con aspecto globoso. Presenta un “pico” notorio con el cual raspa los tallos, produciendo un deshilachado. Insertan sus huevos en el interior del tallo y desarrolla una agalla en cuyo interior se desarrolla la larva. También afectan los brotes, quiebran plantas y provocan marchitez. Atacan las leguminosas y algunas forrajeras, con mayor incidencia en los estados vegetativos.
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Fuente: INTA
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Plagas en etapas intermedias y finales del cultivo de Soja.
A partir de la implantación del cultivo es fundamental estar atentos y practicar un manejo integrado de plagas de la soja, el cual se basa en el fomento de agentes de control natural y el uso prudente de fitosanitarios.
El monitoreo de las plagas en campo permite aplicar lo anteriormente mencionado. El muestreo es una actividad indispensable si se desea hacer manejo de las plagas y/o sus enemigos naturales. Debemos reconocer con exactitud qué tipo de plagas se encuentran en nuestro lote y en qué estado. Esta información nos ayudará a decir sobre una u otra estrategia de control.
Plagas en las etapas intermedias y finales del desarrollo del cultivo de Soja.
Oruga de las leguminosas (Anticarsia gemmatalis Hübner): Es la plaga principal del cultivo, es de color verde claro intenso a tonalidades oscuras, alcanza un tamaño de 5 cm. Al ser tocadas o molestadas, saltan enérgicamente o brincan, con gran energía y rapidez. Producen daño al consumir hojas, perforar chauchas o vainas en lugares donde se encuentran las semillas, y también pueden cortar pedazos de vainas antes que estas comiencen a endurecerse.
Trips (Caliothrips phaseoli Hood): Los adultos de esta especie, son pequeños insectos de coloración oscura, con dos bandas blancas, muy saltarines y con gran movilidad. En sus estados juveniles son más pequeños amarillos y poco móviles. Están en el cultivo desde su emergencia hasta cosecha. Incrementan sus poblaciones en sequías y altas temperaturas. Succionan la savia que salen de los tejidos que han raspado y succionado con su “pico”, confiriéndole a las hojas dañadas manchas amarillentas o aspecto plateado, blanquecino, y en ataques severos provocan la defoliación de la planta.
Orugas medidoras (Rachiplusia nu Guenée y Pseudoplusia includens Walker): Ambas especies en estado de larva son muy similares, son orugas de color verde claro o amarillento verdoso, pudiendo ser oscuras en estados mas juveniles, con líneas más claras en sus costados, reconocidas fácilmente por su modo de desplazarse, que parece “medir su camino”. Realizan daño únicamente en las hojas, respetando las nervaduras.
Oruga militar tardía (Spodoptera frugiperda Smith): Presenta coloración variable, verde grisáceo, castaño claro con líneas longitudinales en su parte superior. Se alimenta de hojas, brotes tiernos, y partes del tallo. Prefiere gramíneas (maíz, sorgo, moha), pero también es frecuente en el cultivo de soja.
Oruga del yuyo colorado (Spodoptera latifascia Walker): Las larvas presentan una coloración gris oscuro a negro aterciopelado con manchitas de colores muy marcadas en el dorso, y una delgada línea anaranjada que la recorre longitudinalmente. Si bien se la conoce como la oruga del yuyo colorado, es frecuente encontrarla en hortícolas, ornamentales, industriales y en la soja. Lo que consume durante su estado larval es mucho mayor (tres veces) que lo ingerido por la oruga medidora y oruga de las leguminosas.
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